El olvido esta lleno de memoria

Ese gran simulacro ---- Mario Benedetti


Cada vez que nos dan clases de amnesia

como si nunca hubieran existido

los combustibles ojos del alma

o los labios de la pena huerfana

cada vez que nos dan clases de amnesia

y nos conminan a borrar

la ebriedad del sufrimiento

me convenzo de que mi región

no es la farándula de otros


en mi región hay calvarios de ausencia

muñones de porvenir/arrabales de duelo

pero también candores de mosqueta

pienos que arrancan lágrimas

cadáveres que miran aún desde sus huertos

nostalgias inmoviles en un pozo de otoño

sentimientos insoportablemente actuales

que se niegan a morir allá en lo oscuro


el olvido está tan lleno de memoria

que a veces no caben las remembranzas

y hay que tirar rencores por la borda


en el fondo el olvido es un gran simulacro

nadie sabe ni puede/ aunque quiera/ olvidar

un gran simulacro repleto de fantasmas

esos romeros que peregrinaran por el olvido

como si fuese el camino de santiago


el día o la noche en que el olvido estalle

salte en pedazos o crepite/

los recuerdos atroces y los de maravilla

quebrará los barrotes de fuego

arrastrarán por fin la verdad por el mundo

y esa verdad será que no hay olvido.



El otro dia estaba escuchando "Las cuatro estaciones" de Vivaldi, y me sentía plena de sentimientos ambivalentes. La música me transportaba a estados cambiantes de tristeza, furia, pena, alegría y nostalgia (pero de la nostalgia "Sehnsucht"). Mi parte favorita es la que está dedicada al invierno, porque para mi siempre el invierno es sinonimo de tristeza, pero no de esa tristeza rica que me da en Otoño y a la que soy tan adicta, sino de esa tristeza lacerante, con caracteres de hipotermia metafórica. La tristeza es un sentimiento que para mí se ha transformado en una especie de organo vital más, mucha gente me considera que soy alegre, chistosa y sarcástica, es más, cuando era adolescente, siempre fui la payaso de mis amigos, siempre era yo la que tiraba las mejores tallas, la que se sabía todos los chistes cochinos y la que diseccionaba a los que nos caian mal con mis irónicos comentarios, los que hacían retorcerse de risa a mis amigos. Para que hablar de la famosa farandula, que es una especie de placer culpable, hablabamos horas de temas tan banales como el ultimo corte de Carlita Ochoa o la nuevas siliconas de Luciana Salazar (un ícono esha), sólo para reir. Reir. Extraño reflejo. Algunos dicen que la risa se parece más al llanto que a ningun otro aspecto de la expresividad del ser humano, la risa, gente abriendo sus bocas lanzando extraños ruidos que a nosotros nos parecen tan naturales, pero realmente ¿que se esconde detrás de esas caras felices? no saben cuanto me gustaría saberlo. Siempre he tenido una rara mania, que es la ir por las calles o donde sea, estaciones de buses, playas, en el supermercado, observando a la gente, sus acciones, sus gestos, sus caras, como se toman el pelo y como miran sus celulares y o carteras. Luego imagino que estarán haciendo, de donde vienen, hacia donde van, y el resultado casi siempre es nostálgico. Luego lo anoto todo en una libreta secreta, tengo casi 60 perfiles de desconocidos. ¿Que será de ellos? a veces los extraño, que absurdo. Casi como cuando extraño a Alfred Matzerath o a las bellas durmientes japonesas o a Jean Baptiste Grenouille. La tristeza está directamente encadenada a la nostalgia, y a los tantas veces infructuosos deseos de borrar la fuente de esta. Nos sentimos tristes por tantas razones, desde la muerte de un ser amado hasta porque no tenemos el dinero para comprarnos una falda que no necesitamos pasando por la depresión que nos causa el final de una teleserie ( ¡¡porque tenías que morir, Pelluco!!) o el fracaso de la Seleccion Nacional. No me gusta hablar mucho de mi vida personal, pero creo que esto sirve por lo menos, como ilustrativo y didáctico ejemplo. El año pasado yo estaba triste, pero tan triste, que no veia más tristeza en todas partes, me perseguía como un acreedor demoníaco, permanecía en mis sueños, se manifestaba en la memoria y se agazapaba en mi subconsciente, como un manantial que de pronto se mostraba como un oceano. Todo ello fue porque una persona que era extremadamente especial para mi se volvio a su pais de origen para nunca más volver, además de que no me dejó nunca despedirme de forma adecuada, dejandome con todas las palabras atascadas en la boca y con un regalo que me habia costado mucho encontrar, consumiendose de pena en un rincon desconocido de mi casa. Eso es algo que todavía no le puedo perdonar y que sé que jamás le perdonaré, a pesar de todas las palabras de supuesta amistad que le he dicho. Es que más que se haya ido, lo que me causó más dolor (sí, dolor, esa es la palabra adecuada, me dolía tanto que podía ni respirar) fue su actitud en los ultimos días, no era la misma persona a la que yo supuestamente conocía (y quería), sino otro, quizá el verdadero, porque todos nosotros somos mas verdaderos cuando estamos en compañía de familiares, ¿cierto?. Tan frio, tan indiferente, tan distantemente cruel. Se estaba cumpliendo todos mis temores, que cambiara, cambió, que fuera frio conmigo, fue más que frio, que me alejara de un momento a otro, así lo hizo. "Quería estar con las personas a las que realmente quería y no me podía conceder más tiempo, ya estaba chato de mi". Yo no podía creerlo, y hasta hoy siento incredulidad cuando lo recuerdo, con la distancia que da el tiempo. Y así fué, el se fue de lo más campante, feliz a su famosa tierra de la libertad. Y yo ni siquiera pude decirle "adios". Porque ese horroroso dia en Valdivia, no fue "adios" sino "luego nos vemos" y yo se que ese "luego nos vemos" no va a ser nunca más. En fin, no puedo perdonarle eso. Si me hubiera dejado despedirme todo habría sido diferente, porque yo siempre supe que se iría. De verdad no se que fue lo que le hice para que me tratara así. No soy una persona rencorosa en lo absoluto, pero si tengo muy buena memoria. Por eso dice Benedetti que el olvido está lleno de memoria, que aunque intentemos olvidar, es sólo un simulacro, aunque quiera no puedo, no puedo, no puedo, no puedo. Ha pasado casi un año, pero no puedo olvidarlo. Y al mismo tiempo siento y sé que él ya me olvidó (hace rato poh, apenas se subió al avion allá en el Pudahuel), seguramente ya debe de estar de novio o cas(z)ado con esa famosa Miss Capital of Ireland con la que se saca tantas fotos abrazaditos... Allá él, ojalá sea feliz. En serio. Le deseo lo mejor, aun cuando no lo perdone. No quiero nada, sólo tener respuestas que nadie puede darme y que la distancia borra sin dificultad, porque los kilómetros hacen que al final ya no valga la pena preguntarse el porqué. Yo sigo mi senda, hago bien todas mis cosas y aunque ya no estoy triste, el simulacro de olvidarlo es tan dificil. Pero el tiempo, como dice Guillermo Blanco, es una lima y todo lo suaviza hasta borrarlo. Eso espero. Mientras tanto, sigo escuchando a Vivaldi, sumida en sensaciones contradictorias.
Y esta es la última vez que me refiero a este tema en público, no daré los nombres para no afectar a los implicados.